“No hay nada más despreciable que el respeto
basado en el miedo.”
Albert Camus (1913-1960)
Es de mi criterio que el respeto
es más fácil perderlo que ganarlo. Así, como la confianza, el respeto es algo
que se adquiere a lo largo de los años pero se pierde a medida que uno va
faltando a los principales códigos morales: lealtad, honestidad, integridad,
humildad, entre otras normas impuestas por el colectivo social. ¿Por qué hago mención del respeto en medio de un período de protestas
ciudadanas ante el presidente del Ecuador? Creo que está sobreentendida la
respuesta después de observar tantos insultos y memes burlescos dirigidos a
nuestro presidente. Es más, me sorprende que él todavía no pueda comprender lo
que en realidad ha sucedido y la gravedad del caso.
Debo puntualizar, una vez más,
que las protestas no son únicamente por las leyes de impuestos a la herencia y
a la plusvalía. Tampoco es asociado únicamente al tema de la baja del precio
del petróleo ni de la creación de las salvaguardas. No, no es por una ley
específica, es por un conjunto de factores que debido al carácter vehemente de
Rafael Correa no logra o no pretende percatarse. Por mi lado, me afectan
ciertas leyes, otras no. No me quiero catalogar en ningún porcentaje,
principalmente porque no debería ser relevante a estas alturas. Yo reclamo por
la falta de libertad de expresión, siendo caricaturista e ilustrador me pareció
un abuso cuando el gobierno decidió callar la opinión editorial de Bonil y
muchos otros caricaturistas y editorialistas más. Con vergüenza debo admitir
que cuando esto sucedió yo me mantuve sentado cómodamente en la banca de los espectadores.
Quizás por cómodo, quizás por temor, en realidad no sabría indicarlo con
exactitud. Lo que sí sé con certeza es que no tuve el valor ni el incentivo en
aquel momento de apoyar a mi gremio ante un abuso que al final del día nos
afectaría a todos los ecuatorianos. Hago un paréntesis para aplaudir a estos guerreros que
armados con lápiz y tinta pudieron tener más coraje que algunos otros con
fusil.
Entonces debemos concluir que
esto no es un tema puntual. El mandatario debe reconocer que esto es causa de
la acumulación de abusos de poder en su mandato. Más que nada, el pueblo se dio cuenta que no está siendo escuchado. ¿Qué tanto hubiese cambiado hoy
en día si el presidente humildemente hubiera dado un discurso aceptando su
equivocación y planeando rectificar por el bienestar de todos los ecuatorianos.
Después de todo errar es humano, y admitir los errores es digno de admiración y
respeto. Al contrario, se presentó desafiante ante los que protestan,
descalificándolos y desmereciéndolos. Atribuyéndonos (y me incluyo por
supuesto) a un grupo de marionetas que estamos siendo utilizados por un grupo
de ricos. ¿En realidad a estas alturas
estamos definiéndonos así? No es ninguna sorpresa que el primer mandatario ha
abusado de la frase “divide y reinarás” de Maquiavelo. Digo que ha abusado
porque el discurso separatista al parecer ya no está funcionando. El presidente
Correa no realiza que en las protestas están todas las clases socioeconómicas.
Con esto no digo que él no tenga apoyo, por supuesto que lo tiene, y más
importante, tiene apoyo de ricos y pobres, aunque los ricos, extrayendo un
denominador común, son principalmente aquellos que han tomado ventaja de cargos
públicos o que han manipulado las leyes a su favor para seguir enriqueciéndose.
Por supuesto existen excepciones pero no pretendo ser encuestador, ni juez,
peor ‘Todólogo’.
Los protestantes son de todo
nivel social, pero el presidente Correa no puede desmerecer ni minimizar estas protestas.
Al contrario, como gobernante debería escuchar a su pueblo. Al insultar a las
masas, el pueblo se levanta con más furia. A mi parecer esto es lo que ha
venido sucediendo tomando impulso ante nuevas leyes prohibitivas. La gente
tendrá sus razones para reclamar, pero más que las leyes es un problema de
actitud y soberbia del mandatario. Más allá de una ideología que ha fracasado
en todo el mundo, es la falta de credibilidad del presidente. Pienso que hablo
por una gran cantidad de personas que ya no queremos ser engañados por el régimen,
ya no queremos ser insultados ni calificados por nuestro presidente, ya no
queremos ser callados por hacer escuchar nuestra opinión. El hecho de que el
precio del petróleo haya caído sustancialmente solo sirvió para despejar la
cortina de humo en obras sociales debido al excedente en el precio del mismo.
Al reducir ese precio Premium que teníamos abrimos los ojos a que el
presupuesto de mantener todos esos puestos creados, la burocracia, y un gran
grupo de ladronzuelos, ya no sería suficiente. Pero en vez de reducir costos,
el presidente opta por cargarle este excedente a manera de impuestos al pueblo
ecuatoriano. Lo peor es que aún así la ley fuese lo mejor para la mayoría de
los pobres (seguimos con este favoritismo social que lo entiendo mas no creo
que debe ser una ventaja mediática en el cultivo del odio entre clases) ya
nadie le cree. Todos sabemos que se ha contradicho muchas veces y esto ocasiona
que nos convirtamos en desconfiados e incrédulos, y con justa razón.
¿Por qué menciono el respeto entonces? Porque no
veo cómo puede nuestro presidente ganarlo de nuevo. Es más, no veo ninguna
intención de querer hacerlo. Y eso es lo que él no se percata. El pueblo
ecuatoriano le perdió el respeto. Al perderle el respeto y sumando la
acumulación de vejámenes prepotentes, el pueblo responde insultándolo, en las calles
y en las redes sociales. Nunca en la historia del Ecuador había visto algo
similar. Las redes sociales lo insultan, a él y a todo Alianza País. Llaman la
atención a la doble moral del socialista enriquecido con el dinero de su
pueblo. Los calificativos hacia el presidente son burlescos, hirientes, y
vulgares. La mayoría de ellos, retirando los adjetivos que adornan la irreverencia
al mandatario, son hechos indiscutibles y reales. Entonces, ¿cómo alguien puede recuperar el respeto de miles de personas? ¿Cómo puede apaciguar la furia de todo un pueblo? Pregunto porque en
realidad no lo sé. Mínimo existe algo sobre esto en el manual que han ido
siguiendo todos los socialistas del siglo veintiuno, aunque dudo que hayan leído
ese capítulo porque cada gobierno de estos está sembrando el odio de su pueblo.
Sí, ya se le perdió el miedo y el respeto. Su personalidad inflamable solo
logrará empeorar las cosas. ¿Cómo hará Correa para salir de
este hueco, cuando él es el único culpable de haberlo cavado?